2013年7月26日金曜日

7月25日、ヴァルジーニャの貧しい共同体にて


 「本物の富は物にあるのではなく、心にあります」。「いつもこれを覚えていましょう。分かち合うことができる時のみ、ほんものの富が手に入るのです。分かち合うものは、増殖するのです」。リオ・デ・ジャネイロにある700のファベーラのひとつ、1500人の人が住んでいるヴァルジーニャ共同体の住民にフランシスコが向けて語ったことばからの抜粋である。

 コパカバーナの大通りでワールドユースデーの青年たちによる歓迎の待ちに待ったフィエスタ、今回は160カ国以上の国から集まった世界じゅうの青年たちとローマ司教との最初の大集会を代表するとも言いうる式典を前に、パパ・フランシスコはリオ・デ・ジャネイロ市長の手から今朝、リオ市の鍵を受け取った。その後で、ブラジルで三年後に祝われるスポーツの祭典、オリンピックのための公式な旗を祝福した。そしてヴァルジーニャ共同体を訪れた。そこでは一万人ほどの人が住んでおり、五万人ぐらいの巨大な「平和裏な」ファベーラの一部を成す。

 フランシスコ自身が語ったように、「最初から、ブラジルへの訪問を計画するにあたり、わたしの願いはこの国のあらゆる集落を訪れることでした。一軒一軒の扉を叩いて、「おはよう!」といい、いっぱいの冷たい水を求め、「ちょっとしたコーヒー」を飲み、家の友人として語り、一人ひとり、お父さんやお母さん、子供たち、おじいさんやおばあさんの心に耳を傾けたいと思っていました。けれどブラジルは、いやはやとても大きいのです!そして一軒一軒の扉を叩いて回ることができません。それで、ここにみなさんの共同体を訪問するために来ることを選んだのですが、みなさんは、ブラジルのあらゆる集落を今日、代行しているのです」。

 フランシスコはワールドユースデーのための旅行の状況でこの訪問を含めたいと思った。なぜならその本質は牧者だから、いやさらに、最近司祭や司教の特徴について語るにあたり自ら勧告したように、自分の群れと共に、その間にまみれて歩まなければならない「羊の匂いのついた」牧者だからである。

 ずいぶんと前から、パパはその、病者や疎外された人々、貧困の場合のような社会不正の犠牲者、ローマ司教が触れている存在の中心から外れたところにあるという存在しうる枠組みを成すすべての人々一人一人の人格のうちに「キリストの傷口に触れる」、「キリストの肉体に触れる」ということについて話してきた(病者に関しては水曜日に薬物依存やアルコール依存からの再生を中心的に行っている『アシジの聖フランシスコ病院』を訪問するにあたって示された)。

 そのため、この機会に、より財産をもっている人々、公的権威者、社会正義に献身しているよい心の人々すべてに、より公正で連帯に満ちた世界のために働くのに疲れを覚えないようにと呼びかけるチャンスを逃さなかった。

 マルシオ・ケイロス神父は、ヴァルジーニャ共同体の主任司祭であるが、家に招いてもらうようにと選ばれた女性は、それが知らされる前にすでに、関心をもつ報道陣に包囲されていた。その家はフランシスコが通らずにはいない場所にあると考えられたからである。そして彼女はいつも否定していた。しかしながら、犠牲がなかったわけではないが、先週、バチカン市の色の一つで家の入口を塗る決意をし、フランシスコが通ることに情愛を示した。黄色くしたのである。バチカン市国の色の一つである。彼女は昨日になってはじめてフランシスコが自分の家に入ると知った。

 その息子は、しかも、福音派の牧者で、最初はフランシスコを知ろうという関心は全くなかったが、今やその心に説明しえない変化が生まれた…。

 一方、ブラジル人司祭のルイス・アントニオ・ロペスは、リオ・デ・ジャネイロのファベーラの司牧責任者であるが、パパに渡すようにと、ヴァルジーニャ共同体の住民から手紙をもらった。

 その手紙の中で、ある人はもう二日も水がない、ある人はもう三日も電気が通らない、といったことを告げていた。この58歳の司祭は、とてもつつましやかな地域出身者であるが、住宅の権利は神聖であると確言する。「狐には穴があり、空の鳥には巣があるが、人の子には枕するところもない」。なぜならファベーラは問題なのではなく、住宅の政策が一切ない国に求める解決の糸口なのである。

 また、特に教会のおかげでファベーラは今では国に認識される現実である。というのは20年前には地図にすら載っていなかったのである。
(リオから:マリア・フェルナンダ・ベルナスコーニ、RV) 

 Palabras del Papa a los habitantes de la Comunidad de Varginha

(Audio) RealAudioMP3 Queridos hermanos y hermanas

Es bello estar aquí con ustedes. Ya desde el principio, al programar la visita a Brasil, mi deseo era poder visitar todos los barrios de esta nación. Habría querido llamar a cada puerta, decir «buenos días», pedir un vaso de agua fresca, tomar un «cafezinho», no un vasito de cachaça, hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno, de los padres, los hijos, los abuelos... Pero Brasil, ¡es tan grande! Y no se puede llamar a todas las puertas. Así que elegí venir aquí, a visitar vuestra Comunidad, que hoy representa a todos los barrios de Brasil. ¡Qué hermoso es ser recibidos con amor, con generosidad, con alegría! Basta ver cómo habéis decorado las calles de la Comunidad; también esto es un signo de afecto, nace del corazón, del corazón de los brasileños, que está de fiesta. Muchas gracias a todos por la calurosa bienvenida. Agradezco a los esposos Rangler y Joana sus cálidas palabras.

1. Desde el primer momento en que he tocado el suelo brasileño, y también aquí, entre vosotros, me siento acogido. Y es importante saber acoger; es todavía más bello que cualquier adorno. Digo esto porque, cuando somos generosos en acoger a una persona y compartimos algo con ella —algo de comer, un lugar en nuestra casa, nuestro tiempo— no nos hacemos más pobres, sino que nos enriquecemos. Ya sé que, cuando alguien que necesita comer llama a su puerta, siempre encuentran ustedes un modo de compartir la comida; como dice el proverbio, siempre se puede «añadir más agua a los frijoles». ¿Se puede añadir más agua a los frijoles? ¡Siempre!
Siempre!Y lo hacen con amor, mostrando que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en el corazón.
Y el pueblo brasileño, especialmente las personas más sencillas, pueden dar al mundo una valiosa lección de solidaridad, una palabra a menudo olvidada u omitida, porque es incomoda. Me gustaría hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo. Que cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales. No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano.
Deseo alentar los esfuerzos que la sociedad brasileña está haciendo para integrar todas las partes de su cuerpo, incluidas las que más sufren o están necesitadas, a través de la lucha contra el hambre y la miseria. Ningún esfuerzo de «pacificación» será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma. Una sociedad así, simplemente se empobrece a sí misma; más aún, pierde algo que es esencial para ella. No dejemos entrar en nuestro corazón la cultura de lo descartable, porque somos hermanos y ninguno es descartable. Recordémoslo siempre: sólo cuando se es capaz de compartir, llega la verdadera riqueza; todo lo que se comparte se multiplica. Pensemos en la multiplicación de los panes de Jesús. La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza.

2. También quisiera decir que la Iglesia, «abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas, que claman al cielo» (Documento de Aparecida, 395), desea ofrecer su colaboración a toda iniciativa que pueda significar un verdadero desarrollo de cada hombre y de todo el hombre. Queridos amigos, ciertamente es necesario dar pan a quien tiene hambre; es un acto de justicia. Pero hay también un hambre más profunda, el hambre de una felicidad que sólo Dios puede saciar. Hambre de dignidad. No hay una verdadera promoción del bien común, ni un verdadero desarrollo del hombre, cuando se ignoran los pilares fundamentales que sostienen una nación, sus bienes inmateriales: la vida, que es un don de Dios, un valor que siempre se ha de tutelar y promover; la familia, fundamento de la convivencia y remedio contra la desintegración social; la educación integral, que no se reduce a una simple transmisión de información con el objetivo de producir ganancias; la salud, que debe buscar el bienestar integral de la persona, incluyendo la dimensión espiritual, esencial para el equilibrio humano y una sana convivencia; la seguridad, en la convicción de que la violencia sólo se puede vencer partiendo del cambio del corazón humano.

3. Quisiera decir una última cosa. Aquí, como en todo Brasil, hay muchos jóvenes. Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10).
Hoy digo a todos ustedes, y en particular a los habitantes de esta Comunidad de Varginha: No están solos, la Iglesia está con ustedes, el Papa está con ustedes. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y hago mías las intenciones que albergan en lo más íntimo: la gratitud por las alegrías, las peticiones de ayuda en las dificultades, el deseo de consuelo en los momentos de dolor y sufrimiento. Todo lo encomiendo a la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, la Madre de todos los pobres del Brasil, y con gran afecto les imparto mi Bendición, gracias! (RC-RV)

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