2014年6月6日金曜日

(未翻訳)5月26日(月)聖地にて:イスラエルと全中東に平和があるように、シャローム!

(RV).- (se actualizó con texto y audio completo del Discurso del Papa) No nos cansemos de trabajar y rezar por la paz, con el rechazo firme de lo se opone al logro de la paz y de una respetuosa convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes: el recurso a la violencia y al terrorismo y cualquier tipo de discriminación. «Que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz, como tesoro para toda la humanidad». En su visita de cortesía al Presidente del Estado de Israel, Shimon Peres, en el palacio presidencial de Jerusalén, concluyendo la intensa mañana de este lunes, último día de su Peregrinación a Tierra Santa, el Papa reiteró su infatigable exhortación y agradeció de corazón la cálida acogida que recibió.
Jerusalén custodia los Lugares Santos apreciados por las tres religiones que adoran al Dios que llamó a Abrahán – y los Lugares Santos no son museos o monumentos para turistas, sino lugares donde los creyentes viven su fe, su cultura, sus obras de caridad, recordó el Obispo de Roma y deseó que resplandezca plenamente la identidad y carácter sagrado, de Jerusalén su valor universal religioso y cultural.
Dirigiéndose con aprecio al Presidente israelí, «conocido como un hombre de paz y artífice de paz», el Papa hizo hincapié en el «respeto a la libertad y a la dignidad de la persona humana, que judíos, cristianos y musulmanes consideran igualmente creada por Dios y destinada a la vida eterna». Y pidió una vez más «que se eviten, por parte de todos, las iniciativas y los actos que contradicen la declarada voluntad de alcanzar un verdadero acuerdo y de que no nos cansemos de perseguir la paz con determinación y coherencia».
Se debe rechazar firmemente asimismo, «cualquier tipo de discriminación por motivos raciales o religiosos, la pretensión de imponer el propio punto de vista en perjuicio de los derechos del otro, el antisemitismo en todas sus formas posibles, así como la violencia o las manifestaciones de intolerancia contra personas o lugares de culto judíos, cristianos y musulmanes».
Sin olvidar que en el Estado de Israel viven y actúan diversas comunidades cristianas, el Papa destacó que participando con pleno derecho como corresponde en la vida civil, política y cultural, los fieles cristianos desean ofrecer, desde su propia identidad, su aportación al bien común y a la construcción de la paz, rechazando todo extremismo y siendo artífices de reconciliación y de concordia.
A la entrada del Palacio Presidencial de Israel el presidente Peres le presentó al Papa algunos niños enfermos de cáncer que querían encontrarse con el Santo Padre.
(CdM – RV)
Antes de pronunciar su discurso, el Papa Francisco improvisó estas palabras:
«Le agradezco, Señor Presidente, por sus palabras y su acogida. Y con mi imaginación y fantasía quisiera inventar una nueva Bienaventuranza, que aplico hoy a mí, en este momento: «Bienaventurado el que entra en la casa de un hombre sabio y bueno». Y no me siento bienaventurado ¡Gracias de corazón!»

Texto y audio completo del Discurso del Papa:
Señor Presidente,
Excelencias,
Señoras y Señores:
Le agradezco, Señor Presidente, la acogida que me ha dispensado y sus amables y sabias palabras de saludo, y me complace poder encontrarme con Usted nuevamente en Jerusalén, ciudad que custodia los Lugares Santos apreciados por las tres religiones que adoran al Dios que llamó a Abrahán. Los Lugares Santos no son museos o monumentos para turistas, sino lugares donde las comunidades de creyentes viven su fe, su cultura, sus obras de caridad. Por eso, se deben salvaguardar para siempre en su sacralidad, tutelando así no sólo el legado del pasado, sino también a las personas que los visitan hoy y que los visitarán en el futuro. Que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz. Que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la humanidad. Qué bello que los peregrinos y los residentes puedan acudir libremente a los Lugares Santos y participar en las celebraciones.
Señor Presidente, Usted es conocido como un hombre de paz y artífice de paz. Le manifiesto mi reconocimiento y mi admiración por esta actitud. La construcción de la paz exige sobre todo el respeto a la libertad y a la dignidad de la persona humana, que judíos, cristianos y musulmanes consideran igualmente creada por Dios y destinada a la vida eterna. A partir de este punto de referencia que tenemos en común, es posible proseguir en el empeño por una solución pacífica de las controversias y los conflictos. A este respecto, renuevo el deseo de que se eviten, por parte de todos, las iniciativas y los actos que contradicen la declarada voluntad de alcanzar un verdadero acuerdo y de que no nos cansemos de perseguir la paz con determinación y coherencia.
Se debe rechazar firmemente todo lo que se opone al logro de la paz y de una respetuosa convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes: el recurso a la violencia y al terrorismo, cualquier tipo de discriminación por motivos raciales o religiosos, la pretensión de imponer el propio punto de vista en perjuicio de los derechos del otro, el antisemitismo en todas sus formas posibles, así como la violencia o las manifestaciones de intolerancia contra personas o lugares de culto judíos, cristianos y musulmanes.
En el Estado de Israel viven y actúan diversas comunidades cristianas. Son parte integrante de la sociedad y participan como los demás en la vida civil, política y cultural. Los fieles cristianos desean ofrecer, desde su propia identidad, su aportación al bien común y a la construcción de la paz, como ciudadanos de pleno derecho que, rechazando todo extremismo, se esfuerzan por ser artífices de reconciliación y de concordia.
Su presencia y el respeto de sus derechos –como del resto de los derechos de cualquier otra denominación religiosa o minoría- son garantía de un sano pluralismo y prueba de la vitalidad de los valores democráticos, de su arraigo en la praxis y en la vida concreta del Estado.
Señor Presidente, Usted sabe que yo rezo por Usted y yo sé que Usted reza por mí y le aseguro mi oración por las Instituciones y por todos los ciudadanos de Israel. Cuente especialmente con mi constante súplica a Dios por la consecución de la paz y con ella de los bienes inestimables que la acompañan, como la seguridad, la tranquilidad de vida, la prosperidad, - y lo que es más hermoso - la fraternidad. Dirijo finalmente mi pensamiento a todos aquellos que sufren las consecuencias de las crisis aún abiertas en la región medio-oriental, para que lo antes posible sean aliviadas sus penalidades mediante la honrosa resolución de los conflictos. Paz a Israel y a todo Oriente Medio. ¡Shalom!

0 件のコメント:

コメントを投稿